miércoles, 27 de noviembre de 2013

Del mecenazgo a la golfemia

Lino Bielsa.- La bohemia siempre ha tenido una potente atracción para la juventud y para algún que otro mayor con pintas, incluso sin pintas, valleinclanianas y falsas pretensiones libertarias, más cerca de la golfemia que de la libertad. 

Si repasamos la historia veremos claramente que la bohemia fue un movimiento de jóvenes burgueses que disfrazados de progresistas en el París de los finales del diecinueve y principio del veinte se juntaban a juerguearse casi todo el día y fumarse alguna pipa de opio en algún tabernucho de Paris. Hay que destacar que alguno ascendió de clase social dentro de este movimiento gracias a su genio. Dentro de la bohemia no solo existía esta clase social, hay quien divide esto en varios grupos que no vamos a entrar en ello; hubo auténticos bohemios que no quisieron entrar o no pudieron lo que entonces era, lo que hoy, el mercado, que se los devoró en la mugre parisina arrojándolos al Sena y de ahí a la mar, y ya sabemos que implica esto, el morir. Si tenemos poetas para todo, en este puñetero país. Bueno como esto es una opinión será discutible ¡discutamos! Pero que de la bohemia a la golfemia solo hay un paso: es más que cierto.

Bueno ya me he ido por los cerros de Úbeda, como diría aquel, yo quería hablar de la fotografía; siempre con lo mismo.

Están proliferando últimamente muchos protectores de la fotografía, patrocinando concursos fotográficos en defensa de almas puras, tortetas del lugarón, pan del horno de la bisabuela, aceite ecológico del barranco del villorrio, alpargatas crujideras de la jota… Todas ellas causas para mayor protección y conservación de nuestras raíces patrias, patria cada vez más pequeña y de pelaje más ralo y casposo.

Bueno, ya me he vuelto a pasear por los altos de Jalisco. A lo que íbamos tuerta. Se están realizando muchos concursos fotográficos en los que en sus bases se indica que el promotor del concurso, gran mecenas de la fotografía, se queda con todas las fotografías, con justificaciones de lo más variopintas, y siempre bajo el tufillo que lo hacen para apoyar la fotografía. Pues ¡GRACIAS! no protejáis algo que solo lo utilizáis para vuestro beneficio, ya sea por afán coleccionista o por utilitario para propaganda de vuestros entrañables productos locales. Para defendernos de estos solo lo podemos hacer nosotros y con una posición contundente, no presentarnos a este tipo de concursos. Ya lo decía mi abuela, hay gente que quiere la fanega y el radedor.

En otro estado de cosas, no debemos poner a todos los concursos en el mismo roscadero, ya me ha vuelto a salir la vena rural, los hay muy dignos, que merecen todo nuestro apoyo, en justa compensación al esfuerzo que organizar un concurso conlleva.

1 comentario:

  1. Hay mucho abuso con los derechos de las fotógrafos. No es suficiente con convocar un concurso y tener las fotografías premiadas. No, mejor me las quedo todas, como si no tuvieran ningún valor, aprovechándose de los incautos participantes que sólo por la opción a un premio dejan sus derechos en manos de otro. De todas formas, estas bases suelen ir en detrimento de la calidad del concurso, ya que muchos buenos fotógrafos se echan atrás al ver ciertas cláusulas.

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