viernes, 14 de junio de 2013

Incapacidad para realizar una fotografía

Lino Bielsa.- En mi recorrido por lo canales y vías verdes de la Bretaña realizado a principio de este mes tuve esta sensación.

El canal de Brest discurre en este momento a la derecha del camino de sirga por el que circulo con la bicicleta. La luz esta tamizada por la fronda de los árboles que forman un túnel cobijado al canal y al camino. Un rayo de luz penetra entre las copas de los árboles como por ventanal gótico provocando reflejos chispeantes en el agua del canal e iluminando uno de lo múltiples macizos de flores silvestres. Otras veces y como si se produjera una rotura de gloria con la fronda sustituyendo a las nubes, se ilumina el paisaje multiplicando tanto los reflejos en el canal como en las hojas húmedas.

El ruido que se percibe es el crepitar de las ruedas de la bicicleta al chocar con la gravilla del pavimento sobreponiéndose al gorjeo de los pájaros.

En este idílico paisaje, detengo la bicicleta saco la cámara fotográfica, encuadro, ¡ERROR y HORROR! ¡imbécil! Los sentimientos no se pueden fotografiar.

Lo que veo por el visor de la cámara queda empequeñecido y ensombrecido. La diferencia de luces y sombras es enorme, técnicamente imposible su ejecución.

Lo mejor es dejar dentro del almacén de nuestro subconsciente la imagen percibida; las fotografía no tiene olor ni ruido, y para decir que, yo estuve allí, no vale la pena estropear un sueño.

3 comentarios:

  1. Oiga, es usted un provocador… Cualquier lenguaje es limitado, pero siendo conscientes de ello podríamos sacarle mucho partido. Cuando hablas del canal, utilizas recursos que me transmiten emociones y sentimientos. Precisamente los adjetivos más obvios como bello, colosal o extraordinario, son los que menos transmiten lo que es “bello”, “colosal” o “extraordinario”. Si me paro y hago una foto, probablemente sea sólo eso. Es una imagen de la verdad, yo estuve ahí y ese paisaje es tal como lo he fotografiado. Pero no seamos obtusos, la imagen posee un lenguaje diferente y directo, capaz de hacernos llegar en un solo golpe de vista todo lo que el autor ha querido transmitir. Puedes bajar de la bici y echar una foto, pero quizás no sea suficiente.

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  2. Totalmente de acuerdo con lo que dices Lino. Por suerte hay momentos que no se pueden capturar en una imagen. Aunque lleves el mejor equipo fotográfico encima.
    La felicidad, no se puede guardar en una caja.

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  3. Se non è vero, è ben trovato

    Bien. Comparto lo que dice Lino, pero no me lo creo. Si uno saca la pistola es para echar unos tiros, no para hacer miedo, que también, leáse Tejero. Esto es, consciente de que esa realidad no va a ser superada en una foto, lo mejor sería no hacerla… aunque puedo resistirlo todo, menos la tentación. Sin embargo es un punto de partida la consciencia de la dificultad, de lo que no debe ser mancillado, de esa belleza que puede desaparecer solo por rozarla. Esto es un extremo.
    En el otro, la incontinencia fotográfica facebookiana, el gatillo rápido, el pixel inane que sirve para anunciar orbi et orbi…que me acabo de comer un bocata de mortadela. Aunque la mejor es esta que leí ayer: “Son las 14:00, me voy a comer, es lo que tiene caminar por el lado salvaje de la vida”. Así las cosas, elevada la extimidad a la categoría del encantado de conocerme, del qué pequeño es el mundo y qué grande internet, algunos nos aburrimos de las redes sociales virtuales (y de sus daños colaterales) sin llegar a estar en ellas, lo cual, reconocerán, tiene su aquel. Y es que nada consume tanta electricidad como la nostalgia de aldea.
    Pero volvamos al camino de sirga, a lo que no fue fotografiado, pero, sin embargo, fue narrado en palabras, como si éstas fueran más capaces que las imágenes de mostrarnos el mundo por el que pasamos. Tal vez sea un hábito cultural, los años de lecto-escritura en el pupitre, o que simplemente, la lectura nos ha deparado más satisfacciones que las imágenes bidimensionales.

    Decía Riis (el ciclista no, el otro) que cuando se dio cuenta que toda la miseria, el hacinamiento y los piojos no cabían en un artículo decidió coger la cámara para contarlo. En ambos casos hay que ser buen narrador, algo que olvidamos con demasiada frecuencia, como sí el tema en sí mismo fuese bueno o malo, como sí la narración no existiese.



    Desde Munch, se pueden pintar los gritos.Desde Antoine d’Agata, se pueden fotografiar los torrenciales arrebatos que dijera Krahe(rediós, que ringlera de erres).Y desde John Cage, escuchar el silencio.Es decir, que hay cosas que deben intentarse porque son muy útiles como cura de humildad, como desafío, como aprendizaje, como reflexión, como lucha. Pero en todas las demás, ¿es necesario romper el silencio?

    Antonio Lachós

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